Bajo una llovizna constante y un campo resbaladizo, el equipo Niño Jesús logró una sólida victoria por 3–0 sobre Ricardo José Bustamante, asegurando su pase a los octavos de final de la Copa Joya Juvenil del Bicentenario, que reparte 30 mil bolivianos entre los tres primeros lugares. El encuentro, disputado en la cancha Venus, comenzó con cautela. Ambos equipos mostraron orden defensivo y escasas llegadas claras, sellando un primer tiempo sin goles. Sin embargo, tras el descanso, el partido tomó un giro decisivo.

El mediocampista Jhon Lupa abrió el marcador con una jugada individual que definió con precisión. “Me dieron un centro, vi que mi rival se adelantó y decidí pasar por la espalda. Tiré con la parte interna del pie. Ese fue el primer gol”, relató el jugador, quien dedicó su tanto a su abuelo fallecido. El segundo gol llegó de manera fortuita gracias a Dylan Apaza, cuyo remate fue desviado por el arquero rival hacia su propia portería. “Casi fue de suerte, nunca pensé que iba a entrar. Se lo dedico a mi mamá, que está en el cielo”, comentó emocionado.

El tercer tanto lo marcó el defensor Edgar Zenteno, quien sorprendió con un potente disparo al arco. “Pensé que iba a mandar un centro, pero me quedó y decidí patear. Fue un gol muy bonito”, señaló el zaguero, destacando además la unión del grupo: “Si cambiamos una pieza, se puede derrumbar, es como una torre. Somos como hermanos”.

Con esta victoria, Niño Jesús confirmó su buen momento futbolístico y su cohesión como equipo. Mientras Ricardo José Bustamante se despidió con frustración, los ganadores celebraron no solo el marcador, sino la fortaleza colectiva que los impulsa en el torneo. En una jornada con 16 partidos simultáneos disputados en las canchas Venus y San Antonio, el triunfo de Niño Jesús dejó claro que su meta va más allá del resultado: seguir construyendo, paso a paso, su propia torre de fe en la Copa Joya Juvenil del Bicentenario.

Revista Estamos Vivos 

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