La Policía y la Fiscalía de Argentina investigan el brutal asesinato de tres mujeres en Florencio Varela, cuyos cuerpos fueron hallados descuartizados en una vivienda ubicada en Jáchal y Chañar, zona donde se registró la última señal del celular de una de las víctimas.

Las víctimas, identificadas como Morena Verdi (20), Brenda del Castillo (20) y Lara Morena Gutiérrez (15), habrían sido torturadas y asesinadas de manera secuencial, según la hipótesis oficial. Tras el crimen, los cuerpos fueron colocados en bolsas y enterrados en pozos previamente preparados. Hasta el momento, siete personas fueron aprehendidas por su presunta implicación en el hecho, que se encuentra bajo secreto de sumario.

De acuerdo con la investigación, el crimen estaría vinculado a un ajuste de cuentas en el marco del narcotráfico, ordenado por un traficante peruano prófugo conocido como “Pequeño Jota”. Se estima que el motivo sería el robo de tres kilos de cocaína, valuados en unos 60 mil dólares, pertenecientes al narco. Además, se investiga que la tortura y asesinato habrían sido transmitidos en vivo a través de una red privada del crimen organizado, fuera de las redes sociales convencionales. Las autoridades continúan con las pesquisas para esclarecer los últimos minutos de las víctimas y la mecánica completa del triple homicidio.

La investigación del triple asesinato ocurrido en Argentina reveló un hallazgo estremecedor: uno de los detenidos tenía en su celular un video donde se registró en vivo la tortura y posterior homicidio de las víctimas. Contrario a los rumores iniciales que apuntaban a Instagram o TikTok como plataformas de difusión, la grabación fue realizada a través de Zangi, una aplicación de mensajería empresarial que ha ganado popularidad en Latinoamérica por su cifrado de alto nivel y la transmisión directa de celular a celular, sin almacenamiento en la nube.

Esto dificulta rastrear el contenido y lo convierte en un recurso potencial para actividades ilícitas.Según la periodista Irina Sternik, la plataforma se ha convertido en un canal usado por bandas criminales para delitos que van desde estafas hasta narcotráfico y ahora, crímenes violentos.

La grabación estaba en posesión de uno de los sospechosos, quien documentó cada minuto del tormento y lo conservó en su dispositivo. A pesar de los esfuerzos de plataformas como Instagram y TikTok para frenar la propagación de contenidos similares, varios usuarios compartieron enlaces en chats privados, lo que subraya la dificultad de controlar este tipo de material.

Expertos advierten que el caso evidencia la urgencia de regular aplicaciones de mensajería que permiten transmisión cifrada, ya que la privacidad digital, aunque necesaria, puede ser utilizada para fines delictivos. La situación abre un debate global sobre cómo equilibrar la protección de datos con la prevención de delitos en línea.

Revista Estamos Vivos

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