Lo que debía ser una jornada de celebración terminó convertido en un lamentable episodio de violencia que volvió a poner en entredicho la imagen del fútbol boliviano. El duelo entre Real Oruro y Blooming, por el campeonato seriado de la División Profesional, derivó en una pelea generalizada que obligó a la intervención de la Policía y dejó 17 personas expulsadas entre jugadores y cuerpos técnicos.
El incidente estalló al finalizar el encuentro disputado en el estadio Jesús Bermúdez, donde el empate 2-2 selló la clasificación de Blooming a semifinales gracias al 3-4 en el global. Las cámaras de la transmisión captaron el momento en el que un jugador local encaró a un futbolista celeste, lo que provocó la reacción de varios visitantes e incluso la mediación del entrenador Mauricio Soria.
Aunque el primer conato de conflicto parecía controlado, segundos después surgió una nueva confrontación en otro sector del campo. Allí comenzaron los empujones, golpes y patadas entre integrantes de ambos planteles, generando un caos que llevó a los efectivos policiales a intervenir con escudos y gas pimienta para intentar restablecer el orden.
En medio del tumulto, uno de los jugadores de Real Oruro lanzó una patada voladora contra un rival y varios miembros de los cuerpos técnicos también se vieron involucrados. La situación escaló hasta las cercanías de la zona de ambulancias, donde continuaron las agresiones. Uno de los hechos más graves ocurrió cuando un miembro del área de logística de Blooming, que intentaba separar a los implicados, fue brutalmente atacado y terminó con una fractura de pómulo, según reportes posteriores.
El informe arbitral detalló que Blooming sufrió la expulsión de siete jugadores, además de su director técnico, el médico del plantel y un asistente. En el caso de Real Oruro, fueron expulsados cuatro futbolistas, el entrenador Marcelo Robledo y dos colaboradores.
La violencia registrada no solo opacó la clasificación del equipo cruceño, sino que reavivó el debate sobre la disciplina, el control institucional y la seguridad en los estadios del país. Las instancias correspondientes deberán ahora evaluar sanciones y responsabilidades tras un episodio que vuelve a golpear al fútbol boliviano.
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